Quería contarte que recién ayer
se apagó la orquídea
A Eduardo Scarso Japaze
(Bangkok, 9 de diciembre de 2008)
"Yo quisiera decirle otra frase a la orquídea;
esa frase sería una frase lapídea;
mas tengo ya las manos tan silvestres que en vano
saldrían las palabras perfectas de mi mano."
De “Discurso por las flores”
Carlos Pellicer
(Bangkok, 9 de diciembre de 2008)
"Yo quisiera decirle otra frase a la orquídea;
esa frase sería una frase lapídea;
mas tengo ya las manos tan silvestres que en vano
saldrían las palabras perfectas de mi mano."
De “Discurso por las flores”
Carlos Pellicer
Desde una tierra indómita un hombre tomó su arco cuya misteriosa
cualidad era describir trayectos
circulares.
Con su arco singular, lanzó una orquídea disparada como una flecha.
En su trayecto de perfecta circunferencia
la orquídea-flecha fue percibida
por aquella mujer a la que estaba destinado el envío de la irrepetible flor,
como un inestable punto fijo.
En el aire mismo, la mujer vio a la orquídea
llegar,
permanecer,
partir,
decaer
fenecer.
Pero el círculo aún estaba lejos de haberse completado
nada podía darse por cerrado
incluso
hasta que finalmente la orquídea-flecha desapareció del mundo
de lo tangible.
Una vez que la blanca muerte
cargó para siempre
en sus huesudos brazos
el descolor de la frágil flor
al arco circular del lanzador le devolvió
un vacío.
Y el círculo hubo de encontrar en esa Nada
en esa ausencia en la que la flor había mutado su otrora perfumada presencia
en ese cruel vaciamiento de vida
un nuevo fin y un signo inconfundible de reinicio.
Y asi también lo entendió el arquero.
El hombre primero hizo silencio
acomodando su mortaja de palabras sordas
como un tributo último a la flor que ya no era.
Pero luego
cuando el arquero que habitaba en el hombre habló
se dirigió a ese vacío que le había devuelto su lanzamiento diciéndole:
“Mujer
ahora tendrás para siempre éste vacío lleno de orquídea eterna”.
Y lanzo su flechavacío hacia la mujer
reiniciando el círculo inmortalmente retornante una vez más.
Del resto de la historia nada sé.
O apenas poco.
Sólo me ha constado que el arquero y la dama poseen
desde entonces
la pluma para continuar el vuelo de una escritura
sobre flores que llegan y se van,
sobre el poder de conjurar distancias
combinando pétalos y dianas
y por encima de todo ello,
ellos poseen el tesoro de una memoria sin tiempo
a la que llaman
“la orquídea eterna” .
Gabi Romano
Del poemario "Los senderos de las ninfas" (2009)
________________________________________________________
No hay comentarios:
Publicar un comentario